El alma de Andalucía en sus mejores coplas amorosas

Edición facsímil.
Tipografía de Archivos
Lugar de impresión: Madrid
Año de edición: 1929

"En la taberna -dice Demófilo-, en las reuniones familiares o de amigos, donde cantaba el Fillo y donde antes de él cantaron tío Luis el de la Juliana, tío Luis el Cautivo y otros no menos célebres, los cantaores eran los verdaderos reyes, los siempre obsequiados..." Allí emocionaban a su auditorio con las deblas, las tonás, las livianas, la caña y el polo, de todos los cuales apenas si queda hoy más que el recuerdo; allí, abandonados los martillos al pie de la bigornia y apagada la fragua de su herrería, los cañís, a medio vino, y a media voz para que no se divulgaran los secretos de familia, cantaban sus martinetes o carceleras, fastos -nefastos, diría mejor- de su raza: relación de proezas y desdichas, llena de maldiciones para los jundanales que a bayoneta calá los habían perseguido tal o cual vez para reducirlos y aherrojarlos, después de una sangrienta batalla campal habida con los castellanos o gachés.

De la Advertencia preliminar